domingo, 15 de abril de 2012

LA PESTE by @Ekebrand

En las sombras eternas de la piedra volcánica se mantiene con vida. A pesar de los siglos, las idas y venidas de los hombres nada afectan su ciclo.
Quinientos años de incubación más quinientos años de capullo. Al cabo de mil años despierta para continuar su ciclo, tres días de vida bajo el sol y la luna, tres vertiginosos días sólo para encontrar una hembra y procrear una nueva generación que a su vez dormirá otros mil años antes de completar su ciclo.
Las pequeñas y delgadas patas frontales le sirven para deslizar dentro de los microscópicos orificios de la piedra volcánica los huevecillos que se alimentarán de piedra por las horas completas de mil años.
No tienen ojos, que de nada les servirían en la oscuridad de su morada, tampoco tienen boca o sistema digestivo, toda su alimentación la reciben de la piedra y el agua que se filtra en ella. Al nacer y salir están alimentados para los tres días que vivirán en la superficie. Las antenas están llenas de finos pelillos microscópicos que le sirven de nariz, manos y ojos, con ellos “sentirá” la secreción que tienen las hembras en celo que se destilan en una parte por diez millones, a lo largo de diez kilómetros a la redonda.
La única ocupación que tienen es reproducirse, con tantas parejas como sea posible. Ante una espera de mil años no es reprochable tal urgencia. Las hembras están siempre deseosas de copular con el mayor número de machos disponibles, aun cuando sea sólo uno el que logre perpetuarse.
Invariablemente es el día más largo del año cuando salen por millones de la piedra volcánica. Pocos son los seres humanos que han visto la maremagnum de estos animales, una interminable cascada de microscópicos insectos voladores de color verde que inundan el horizonte durante tres días. Tal espectáculo de la naturaleza está reservado sólo a una generación humana de cada cuarenta.
Pero no es agradable ser la generación elegida. A cada uno de los nacimientos en raudales siguen épocas de muerte y enfermedad, aguas contaminadas y alimentos putrefactos. Miles de muertos sin misericordia en brutales catástrofes.
Y aunque es innegable la relación entre los insectos y los males que producen, no se sabe con claridad la relación o el origen. Sólo el nombre de los insectos deja entrever su verdadera razón de ser.
Desde tiempos inmemoriales han sido llamados simplemente “La Peste”


By: David
Twitter: @Ekebrand

No hay comentarios:

Publicar un comentario